viernes, octubre 05, 2018

La asunción de la Virgen María (1)

Sobre la cuestión 139 de 76. Disputatio eremitae et Raimundi super aliquibus dubiis quaestionibus Sententiarum Magistri Petri Lombardi (1298).
La cuestión se formula sobre la identidad del cuerpo glorioso en cuanto dotado de sutilidad. La solución establece que no se tratará de un don natural, sino recibido por milagro.
En el cuerpo de la demostración se sirve del estado del cuerpo de la Virgen María después de su asunción al cielo en cuerpo y alma. El razonamiento se desarrolla a partir de la naturaleza del cuerpo como compuesto por los cuatro elementos.
Se establece un hecho como punto de partida: en el cielo el cuerpo ha perdido su gravedad y resulta más leve que en su existencia terrena. Esta afirmación sobreentiende que en la realidad celestial los cuerpos no son atraídos hacia el centro de la tierra, de lo contrario caerían sobre ella, sino hacia su propio centro, que es el centro del cielo empíreo. Esta naturaleza es propia de los cuerpos celestes, como el sol y los planetas, pero no de los cuerpos de la esfera sublunar, sometidos a la composición elemental.
De este modo, la presencia de un cuerpo terrenal en el cielo solo sería naturalmente posible si por naturaleza la gravedad propia de los elementos (agua y tierra) pudiera separarse del cuerpo. Ahora bien, esto no es posible puesto que la identidad elemento-propiedad llevaría a concluir que los elementos de agua y tierra habrían sido abandonados en la tierra. La consecuencia de esta suposición sería, a su vez, que el cuerpo ascendido tendría otra configuración y tendría que considerarse diferente (sin identidad de número).
Así pues, el estado del cuerpo terrestre en el cielo, tal como se da en la Virgen María y se dará en los cuerpos resucitados, no puede explicarse por vía de la naturaleza, sino que solo es posible por una disposición milagrosa de Dios. Esta disposición consiste en que la naturaleza elemental, dirigida hacia el centro de la tierra, es milagrosamente redirigida hacia el centro del cielo empíreo.

El texto comentado nos ilustra sobre 1) la claridad con que se argumenta la asunción de María en cuerpo y alma,  y la amplitud de la mariología luliana; 2) el recurso a la ciencia física con que Llull apoya muchas de sus argumentaciones



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